A veces, solo a veces pienso porque te marchaste tan pronto. No tan a veces, sino más a menudo de lo que yo quisiera. A menudo veo tu foto y espero a que entres por la puerta para comer todos juntos como hacíamos a diario. Pero cuando me doy cuenta de la cruda realidad me invade un sentimiento de tristeza; no sé como afrontar la realidad. Tengo que aceptarlo ¿cómo lo hago? Busco sustituto a este vacío que me dejaste pero nunca lo encontraré: Padre no hay más que uno.
Me gustaría que desde algún lugar de este mundo pudieras verme y guiarme en el camino de la vida, que está llena de obstáculos y voy salteando como buenamente puedo o me dejan. Me gusta pensar que tú me estás ayudando y que no consigo nada sin ti, porque es así como pensaba vivir mi vida. Sé que los padres no duran eternamente, que algún día te irías pero jamás pensé que fuera tan pronto.
En muchas ocasiones pienso mucho sobre la cantidad de veces que dijiste que no habías hecho lo suficiente por mí. Y eso no es así, en todo caso yo soy la única responsable de no haber aprovechado mejor las oportunidades y el tiempo perdido haciendo cosas buenas por mi futuro y para que tú te sintieras orgulloso de mí. Pero esto ya no tiene solución. Debo seguir adelante y no mirar atrás. Haciéndolo lo mejor que sé, o lo mejor que puedo en cada momento y según las circunstancias.
Estoy en un momento en mi vida en el que no sé que hacer, como afrontar mi situación personal, laboral, emocional,... En algunos ámbitos me siento bloqueada, en otros no tanto pues solo hay un camino: esperar. Esperar que pase tiempo.